Este pueblo no es tan distante de la atractiva y distraída ciudad de Barranquilla, pero a diferencia de aquella, la magia de la sombra es su sello distintivo. Cada sombra - atenuación intencional de la luz que bajo el influjo de la defensa de la propia naturaleza, cubre una zona para beneficio de los convivientes, sean humanos o animales - es distinta y hay algunas que dejan filtrar menos rayos solares que otras y hay otras donde la temperatura está por debajo de los 25 o 23 grados centígrados; todo un milagro en un mundo marcado por el desorden climático y la ardiente temperatura tropical. El asombro se ha filtrado entre muy pocos pobladores como esas raras enfermedades que nadie puede explicarlas. Los forasteros que la visitan se van con los deseos de regresar otro día, pero para no irse jamás. De Europa llegó hace días, concretamente de la reconocida Madre España, un ser extraño, descamisado y descalzo que nos confundió con el paraíso y se quedó por varias semanas hasta que comprobó que la sombra del mango no es la misma sombra de la fruta prohíbida, y después de varias “fumas de ayer” se marchó por donde vino con la promesa de regresar en otra ocasión para disfrutar del paisaje verde tomasino. Y en otra oleada de visitantes gringos y canadienses, con sus idiomas e ideas de otros mundos, éstos se asombraban de encontrar un universo del tercer mundo con prácticas del primero. Y nos observaban entre incrédulos y mesocráticos, algo indulgentes para concluir que somos raros y no ciudadanos intencionados de crear un mundo nuevo.
El penúltimo hombre “extranjero” que tropecé alumbrado y asombrado de pueblo fue el joven que vino en “locodocumental”, auspiciado por la Alianza colombo - francesa en el mes de agosto de este año. No sólo fueron sus ojos, brillando en la noche como estrellas cercanas al primer piso, fue su voz, cálida, brotando del alma, mientras su mente no podía controlar lo que sentía… “Nunca imaginé que Santo Tomás fuera así, tan hermosa, tan…” y su voz se perdió en la voluntad de la salida del aire de la garganta y el barullo y el ruido del mundo que se agitaba frenéticamente en el exterior de su interioridad.
El penúltimo hombre “extranjero” que tropecé alumbrado y asombrado de pueblo fue el joven que vino en “locodocumental”, auspiciado por la Alianza colombo - francesa en el mes de agosto de este año. No sólo fueron sus ojos, brillando en la noche como estrellas cercanas al primer piso, fue su voz, cálida, brotando del alma, mientras su mente no podía controlar lo que sentía… “Nunca imaginé que Santo Tomás fuera así, tan hermosa, tan…” y su voz se perdió en la voluntad de la salida del aire de la garganta y el barullo y el ruido del mundo que se agitaba frenéticamente en el exterior de su interioridad.